Historia
Entre el 19 y 21 de Abril de 1506 más de 3.000 Judíos fueron brutalmente asesinados en Lisboa. Bastó con encender la “mecha” de los viejos mitos antisemitas para generar una catástrofe. El rey Manuel I y la Corte estaban fuera de la ciudad para protegerse de los efectos de la peste bubónica, la ciudad estaba desprovista de la guardia real y nadie pudo detener la ira popular.
La masacre comenzó cuando, en el convento de Santo Domingo, muchos católicos rezaban por el fin de la enfermedad y la sequía que aquejaba a la ciudad desde hacía varios años, cuando una luz que brillaba sobre un crucifijo fue interpretada como un milagro. Un joven Judío, atraído por el alboroto, trató de explicar que la luz que caía sobre el crucifijo era solo un reflejo y no un milagro, lo que enfureció a la población sedienta de un acontecimiento trascendente.
El joven fue inmediatamente linchado y quemado. La turba enfurecida clamó por sangre Judía, lo que desencadenó una persecución sedienta de sangre que se extendería por toda la ciudad y sus alrededores durante tres días, sin conocer límites. Incluso los bebés eran arrojados al fuego en una ciudad llena de cuerpos destrozados y donde las cabezas se paseaban a punta de lanzas.